Reconocer para prevenir enfermedades
Un sistema inmunológico debilitado, la contaminación y el hacinamiento en lugares públicos -como salas cuna, jardines infantiles y colegios- son sólo algunas condiciones que vuelve a tu familia más vulnerables a las enfermedades de invierno.
La mayoría de estas enfermedades son causadas por virus y afectan el sistema respiratorio, por eso se les conoce como Enfermedades Respiratorias Virales (ERV). En esta categoría entran desde los simples resfríos hasta la neumonitis y la bronco-pulmonía.
Casi todas las ERV comienzan con síntomas similares al de un resfrío y pueden fácilmente confundirse con él. Hasta ahora no se han descubierto fármacos que combatan directamente las ERV y las medidas generales son más bien paliativas.
Por eso, para prevenir contagios se recomienda el lavado frecuente de manos, evitar el uso de elementos personales y cambios bruscos de temperatura,sobretodo en niños, así como no concurrir con demasiada frecuencia a espacios públicos y ventilar frecuentemente los espacios comunes.
Enfermedades respiratorias y virales
1. Virus respiratorio sincicial: se manifiesta principalmente en menores de un año y es el principal responsable de enfermedades como la bronquitis obstructiva o la neumonitis. Los síntomas son tos incontrolable con mucha secreción, obstrucción, ahogo, falta de oxigenación, diarrea con deshidratación, un silbido característico en el pecho y compromiso general.
Puede presentar fiebre o cambios bruscos de temperatura. No es tan epidémico ni masivo como la gripe, pero es más grave y complejo, por el compromiso pulmonar intenso que provoca. Las medidas de prevención son similares a las anteriores, además del aislamiento para evitar la propagación del virus y otras complicaciones.
2. Otitis: es una las complicaciones más comunes de la influenza y afecta principalmente a lactantes y menores de tres años. Suele pasar inadvertida por los padres, porque sus síntomas no son tan visibles y para los bebés o preescolares es difícil expresar esta dolencia, pero la irritabilidad y el tocarse las orejas son claves que permiten sospecharla.
Puede presentarse fiebre -aunque en este caso puede ser muy leve- al igual que náuseas, vómitos, dolor de cabeza, diarrea y somnolencia. También podría hincharse o enrojecerse la zona de los oídos.
El tratamiento se basa en analgésicos, antiinflamatorios y -en ciertos casos- antibióticos. Se sugiere aplicar calor local y procurar que los niños duerman semi sentados.
3. Resfrío: es de fácil contagio, lo que la convierte en la ERV más frecuente. Los síntomas son leves e incluyen tos, congestión nasal, temperatura moderada (no en todos los pacientes), estornudo y en algunos casos dolor de oído y decaimiento.
Los cuidados recomendados son hacer reposo en cama y aumentar la ingesta de líquidos.
4. Gripe o influenza: es una de las ERV más contagiosas y severas. Puede derivar fácilmente en infecciones respiratorias agudas, como bronquitis y neumonía.
Los síntomas iniciales son parecidos al de un resfriado, pero al ser virus más agresivos se caracterizan por fiebre alta, compromiso respiratorio, congestión nasal, de oídos, gran decaimiento, sensación de ahogo y malestar severo.
Se transmite a través de las gotas de saliva diseminadas en el aire al hablar, toser o estornudar, y a través de las manos u objetos contaminados con el virus. Una vez contraída, los cuidados son similares a los de un resfriado (reposo y mucho líquido), y la consulta al doctor es imprescindible.
5. Laringitis: la laringe es la zona más angosta de la vía respiratoria. Su inflamación (específicamente las cuerdas vocales), puede provocar una obstrucción de este conducto, impidiendo el paso del aire hacia los pulmones.
Los síntomas son parecidos al de un resfrío, junto con una tos ronca, afonía y posteriormente, dificultad para respirar por falta de oxigenación, que podría derivar en una insuficiencia respiratoria.
6. Faringitis: Inflamación de la faringe (zona de la garganta entre las amígdalas y la laringe), y se manifiesta con irritación de la garganta, a veces de los ganglios linfáticos, dolor al tragar, fiebre, congestión nasal purulenta, dolor facial, de cabeza y de ciertas articulaciones. Por lo general, ocurre como complicación de otra ERV o por adenoides, pero hoy en día es menos frecuente porque se trata precozmente. Normalmente, no tiene complicaciones.