La fiebre escarlatina no es cosa del pasado: todavía aparece, especialmente en edad escolar, y su contagio es rápido en entornos cerrados. Saber cómo identificar sus síntomas a tiempo y cómo actuar es clave para evitar complicaciones mayores y proteger la salud de toda la familia.
En este artículo conocerás sus causas, cómo se transmite, sus principales signos de alerta y cuándo buscar atención médica para manejarla de forma efectiva y segura.
¿Qué es la fiebre escarlatina?
Se trata de una infección estreptocócica, aguda y febril, causada por la bacteria streptococcus pyogenes, también conocida como estreptococos del grupo A. Suele comenzar como una faringitis estreptocócica y, en algunos casos, evoluciona a escarlatina.
Causas de esta enfermedad
La fiebre escarlatina aparece cuando la bacteria del serogrupo A libera toxinas en el organismo. Esto puede ocurrir tras una infección en la garganta o, menos frecuentemente, en la piel. Se propaga con facilidad en espacios cerrados y entre personas que mantienen un contacto cercano.
Contagio y prevención
Se transmite al inhalar gotitas respiratorias de una persona infectada, compartir utensilios o tocar superficies contaminadas, y su período de incubación suele ser de 1 a 7 días. Para prevenir el contagio se debe:
- Evitar el contacto directo con personas enfermas.
- Lavarse las manos con frecuencia.
- No compartir vasos, cubiertos o toallas sin haberlos desinfectado.
- Ventilar los espacios cerrados.
Principales síntomas de la fiebre escarlatina
La fiebre escarlatina presenta señales muy características que ayudan a detectarla con rapidez. Estos síntomas suelen aparecer de forma repentina y evolucionar en pocos días, por lo que es importante reconocerlos a tiempo y buscar atención médica para iniciar su manejo adecuado.
Fiebre alta y dolor de garganta
Puede empezar con fiebre alta (a menudo sobre 38 °C) y una garganta roja e inflamada, acompañada de dolor y dificultad para tragar, muchas veces precedida por una faringitis estreptocócica.
Erupción característica en la piel
Aparece un sarpullido rojo brillante parecido a una quemadura causada por el sol y que se siente como papel de lija (erupción áspera), con zonas de rojo más intenso en los pliegues del cuerpo (“líneas de Pastia”) y, en algunos casos, piel de gallina. Suele iniciar en el pecho y extenderse hacia los brazos, las piernas y la cara, intensificando su tono rojizo en axilas, codos, ingle, rodillas y cuello.
Otros signos a tener en cuenta
Incluyen dolor de cabeza, inflamación de los ganglios linfáticos del cuello, náuseas o vómitos, dolor abdominal, decaimiento, lengua con apariencia “aframbuesada” o “de fresa”, y rostro ruborizado con palidez alrededor de los labios.
¿Cómo se diagnostica la fiebre escarlatina?
El diagnóstico de esta enfermedad combina la observación de sus signos característicos con pruebas específicas para confirmar la presencia de la bacteria:
Examen físico
El médico evalúa los signos visibles: la erupción, la garganta inflamada, el color rojo característico, el aspecto de la lengua y el agrandamiento de los ganglios.
Pruebas de laboratorio
Se emplean tests rápidos de detección de estreptococo y un cultivo de garganta para confirmar la presencia de estreptococos del grupo A.
Cuidados y tratamiento para la fiebre escarlatina
Una vez diagnosticada, el manejo de la fiebre escarlatina se centra en erradicar la bacteria, aliviar los síntomas y evitar el contagio a otras personas. El tratamiento con antibióticos prescritos por un médico es la forma más efectiva de eliminar el streptococcus pyogenes y prevenir complicaciones graves como la fiebre reumática. Además se recomienda:
- Reposo y buena hidratación.
- Control de la fiebre, según lo indicado por el especialista.
- Alimentación blanda y nutritiva.
- Evitar el contacto con otras personas hasta recibir el alta médica
- Mantener una higiene adecuada.
¿Cuándo acudir al médico por fiebre escarlatina?
Saber exactamente cuándo buscar ayuda médica es fundamental para evitar complicaciones graves asociadas a la enfermedad. Debes acudir al médico de inmediato si tú o algún miembro de tu familia presentan cualquiera estos signos:
- Fiebre alta que no cede después de 48 horas a pesar del tratamiento domiciliario.
- Dolor de garganta intenso y dificultad para tragar, que empeora con el tiempo.
- Erupción cutánea extensa, que se propaga rápidamente o que se acompaña de hinchazón.
- Inflamación dolorosa de los ganglios linfáticos en el cuello o zonas cercanas.
- Dificultad para respirar o respiración acelerada, sensación de ahogo o tos persistente.
- Signos de deshidratación, como boca seca, orinar poco o debilidad extrema.
- Síntomas que sugieran complicaciones, como dolor en el pecho, dolor articular o confusión mental.
Niños pequeños y grupos de riesgo
Es especialmente importante buscar atención médica sin demora en los siguientes casos:
- Niños menores de 5 años, ya que son más vulnerables a complicaciones.
- Personas con sistemas inmunitarios debilitados o enfermedades crónicas.
- Ante la sospecha de que la fiebre escarlatina no mejora después de iniciar el tratamiento.
No dudes en acudir a un profesional de la salud si observas cualquiera de estos síntomas. Recuerda: la atención médica temprana es la mejor forma de proteger tu bienestar y el de tu familia.
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